Un grupo de enanos recibía a los asistentes con bandejas de cocaína en sus cabezas importada directamente de Bolivia. Camareros y camareras desnudos servían todo tipo de alcohol, langostas, ostras, el mejor caviar.
Entre las distracciones, modelos que peleaban en baños de hígado crudo, enormes mujeres de color que fumaban por los orificios más impensables, artistas desnudos de ambos sexos colgados de grandes jaulas, guerreros zulúes, contorsionistas, bailarines transexuales, brujos, come-fuegos, encantadores de serpientes, una mujer que se ofrecía para decapitarse a sí misma con una motosierra a cambio de una suma elevada, un hombre que desnucaba gallinas vivas a mordiscos y en los servicios, profesionales de ambos sexos prestando ‘servicios orales’ a todo aquel que se lo pidiera.
Como dijo Freddie Mercury -y la fiesta se encargó de certificar. “No voy a ser una estrella, voy a ser una leyenda"
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